Introducción
Odio escribir a mano, creo que en parte es por la imposición de mi madre de que tenga letra de secretaria del siglo XIX, quizás aun no se da cuenta que la tecnología nos permite dejar de utilizar para todo la pluma y el papel, además como ecologista considero muy desatinado el usar papel que luego será desechado en lugar de anotar las cosas en una agenda virtual o en el mismo celular que ahora es parte indispensable de nuestra vida.
Pero el quejarme de una madre posesiva no es el asunto de esta primera nota, ya habrá tiempo para eso, esta es la primera página de mi diario virtual o quizás una entrada más en mi blog, pero este diario no contará cosas sin sentido como días aburridos en los que la única diversión en trollear en facebook, el objetivo de esta serie (estoy siendo optimista) de escritos será narrar mi nuevo propósito, conquistar al nuevo compañero de clases.
¿Eso sonó feo? Quizás sí, quizás no, no tengo idea de cómo son ustedes queridos lectores o lectoras, de cómo es su ética y su moral, si me están juzgando con apenas dos párrafos o ya los enganche con la misión que tengo, lo único que sé es que si se quedan y me acompañan sabrán de mi mucho más que mis propios padres y muchos de los llamados amigos. Trataré de hacer esto divertido, ya hay demasiados blogs aburridos en internet para convertir “sueño rojo” en uno más.
Como es la primera entrada supongo que debo dejar todo claro para podernos entender mejor, no daré nombres reales para no ser reconocida, si mencionaré lugares y fechas porque los considero lo suficientemente visitados para que no me ubiquen, además siendo sinceros, esta difícil que alguien que me conozca llegue a este blog y lea esto. Durante toda la historia me llamaré Tara, los demás nombres serán más normales.
Dia uno
Todo esto hoy, el día de matriculación, como de costumbre llegué temprano y me encontré con la mínima población puntal de mi facultad, amaneció lloviendo sin intenciones de detenerse por lo que solo me puse una blusa sencilla y sobre ella un gran abrigo azul marino que cubría todo dejándome amorfa ante la vista de cualquiera, mi jean ancho pues era lo más grueso y por ello lo menos propenso a empaparse fue mi decisión de vestimenta junto a mis converses mas gastados, mis amigos me saludaron sin dejar por alto mi apariencia.
- Si tu marido no te atiende bien deberías pensar en cambiarlo por mí – mencionó Marcos como si fuera un saludo normal, sin importarle que el tono usado provocara miradas indiscretas hacia mi persona.
- Lo siento, tu no podrías darme lo que él me da – añadí mientras le daba un golpe suave en el costado - ¿Cómo han estado? – pregunté animadamente, lo único bueno de madrugar a la universidad un día de lluvia era conversar con ellos.
- Mejor que tú al parecer – fue la sincera respuesta de Antonio – a que se debe el nuevo look, déjame decirte que no te queda.
Torcí los ojos pero debía darles la razón, no podía verme mas desaliñada – no iba a usar un vestido de noche para matricularme a otro año en esta cárcel, además está lloviendo como si Dios nos estuviera escupiendo.
- El cielo se cae a pedazos y aun así yo me veo sexy.
- La verdad es que si te ves fatal – el estúpido comentario de Antonio no me hubiera molestado tanto si Marcos no lo hubiera secundado casi inmediatamente.
No suelo ser muy detallista en vestuario y no me afecta en absoluto, pero el que tus dos amigos hombres que no tienen idea que marca de ropa están usando me den consejos de moda me hace sentir, no lo sé, menos femenina. Quizás solo es la lluvia casi diluviana que está cayendo o mi periodo que decidió adelantárseme, pero no deseo ser sarcástica el día de hoy.
- ¿ya podemos matricularnos? – pregunté con el tono más frio que pude, si con eso no entendían que no iba a seguir el juego nada lo haría.
Me mostraron una pequeña lista con las materias que vería ese año, doce materias que ocuparían nueve meses de mi vida – es fácil inscribirte cuando se sabe el numero de cedula y de inscripción.
En ese momento recordé porque no los había mandado al diablo como al resto de personas que hace tiempo se hacían llamar mis amigos, Marcos y Antonio eran diferentes, autoritarios y algo posesivos pero siempre veían lo mejor para mí.
- ¿entonces qué debo hacer ahora? – pregunté con mejor humor a mis colegas.
- Solo debes llevar este papelito a la secretaria para que te asiente la matricula y listo, mañana a clases – Marcos no terminó de decírmelo cuando ya había emprendido mi camino hacia la secretaria que por ser tan temprano no tenia personas haciendo fila, en unos cuantos minutos ya era legalmente alumna del salón 210 matutino.
Me invitaron al cine, pero con mi molestia mensual no tenía intenciones de pasarme la tarde sentada con el aire acondicionado a tope para luego salir a una lluvia intensa a buscar como irme a casa, así que los vi partir buscando que hacer para divertirse en su ultimo día libre, mientras yo debía buscar la mejor forma de llegar al metro sin mojarme hasta la medula.
Fui muy optimista al salir de mi casa sin paraguas pensando que la gruesa ropa sería suficiente, ahora no me atrevía a salir de mi facultad y el tiempo transcurría, la gente de distintos horarios y distintos cursos entraba y salía sin prestar atención al pequeño bulto oscuro que descansaba junto a un pilar de la entrada, por un momento me sentí mal por ser ignorada pero después de todo lo que había pasado el año anterior me sentía más que contenta de pasar desapercibida.
- Disculpa ¿vas a salir? – me preguntó un hombre tras de mí y me sentí una indigente, tardé en reaccionar y poner mi estoica pose.
- Si el cielo deja de arrojar nubes con desprecio quizás salga a la calle – la carcajada que lanzó ante mi comentario hizo que levantará más la cara para poder verlo mejor y Dios sabe que necesité todo mi autocontrol para no abrir la boca y empezar a babear, quizás las lluvia había afectado mi cerebro y ahora alucinaba galanes o un rayo me cayó y todo esto era producto del coma en que caí, pero ese hombre que reía por mi acido comentario era lo más bello que había podido tener enfrente, a excepción de cuando fui al concierto de Sabina y su guardaespaldas guapísimo me impidió acercarme.
- ¿entonces si vas a salir?
- ¿eh? – no suelo ser tan lenta pero cuando ve a un chico así las neuronas tardan en conectarse.
- por lo que veo no tienes paraguas y podría compartir el mío hasta la parada del metro.
- Gracias - por un momento me sentí en las nubes, yo le había gustado a ese bombón, solo asentí mientras el ángel guardián, como lo acababa de bautizar, me cubría del aguacero.
- Serás mi compañera de clases – mencionó rompiendo el silencio mientras caminábamos – lo digo porque te vi con aquellos chicos, me comentaron que junto a una amiga se cambiarían a mi salón, asumo que eres tú.
- Claro, ellos son mis amigos – enfaticé en la última palabra para que no pensara que tenía algo mas con alguno de ellos.
- Lo supuse.
Por un momento no entendí sus palabras, pero pasamos por una tienda que tenia espejos en lugar de vitrinas y pude ver mi aspecto ¡La chica del aro se veía mejor que yo! Entonces comprendí, mis amigos son apuestos y se visten muy bien, yo no soy fea, tampoco soy una belleza singular pero he tenido mis pretendientes, claro ninguno de ellos me ha visto con las fachas de ahora. Aun no asimilaba que mi nuevo compañero de salón me consideraba lo suficientemente fea como para no ser más que una amiga de mis amigos, pero la dura verdad poco a poco empezaba a invadir mi mente, aun así no puedo negar que fue amable, casi coqueto pero ya no tenía ánimos de continuar el juego, solo quería irme y que dejara de verme.
- Llegamos – mencioné casi con emoción al sentir un techo sobre mi cabeza y poder alejarme del chico que me consideraba la versión ecuatoriana de Betty la fea, porque esto no es un drama de adolescente enamorada, como estudiante de psicología había aprendido a leer gestos y su mirada era casi con pena, yo era el ratón mojado que ayudó a llegar al hoyo – muchas gracias – dije sin esperar su respuesta y me subí al metro aunque no era el que llevaba a mi casa, ya me bajaría en la próxima parada para subirme al correcto.
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Un baño caliente, una gran taza de agua aromática y un ibuprofeno después y me sentía como nueva, era tarde y me conecté al internet para encontrarme en el chat con mis amigos, ya había descartado todas las teorías de porque el galán se había portado bien con el patito feo y estaba decidida a ponerme lo más bonita que pudiera para el día siguiente mostrarle quien era yo, pero no estaba preparada para la información que Marcos y Antonio me soltaron.
Me dieron información nueva, ahora que lo pienso no me dijo ni su nombre, ahora lo sabia se llamaba Alejandro, al parecer había estudiado con Marcos en el propedéutico aunque no pasaron de ser compañeros, lo que me pudieron decir es que tenía fama de galán barato, era un tipo que coqueteaba con cuanta mujer se lo permitiera y siempre se juntaba con las listas para los trabajos en equipo, había preguntado por mí a mis amigos pero no las preguntas correctas, no se interesó en mi estado civil ni en mis gustos, más bien preguntó por mis promedios y materias por ver.
Fui tonta una vez, no lo seria dos veces, pero me gustaba demasiado el condenado y no iba a dejar que intente aprovecharse de una pobre y fea nerd como me consideraba, acaba de ocurrírseme algo, les informé a mis amigos que invertiría los planes y que él sería el conquistado, por alguna razón no recibí reproches por el maléfico plan, más bien me ofrecieron su ayuda, una vez más iba a impartir justicia.
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No me considero una justiciera, a veces siento que el bien esta mas que alejado de mi vida y mis decisiones, pero considero que si se que alguien me quiere usar, el usar mis artimañas para hacerle sentir lo mismo que quieren que sienta no esta tan mal, o al menos es menos reprochable a hacerlo sin motivo alguno como muchos lo hacen.
Desde ese día decidí conquistar y enamorar a ese hombre, cuya biografía de facebook me indica que nunca ha tenido una relación en el, pero su muro me indica que tiene a varias chicas al mismo tiempo, Alejandro seria mi objetivo de segundo año.
- Espero no se me haga costumbre.
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